domingo, 5 de febrero de 2012

#9: Estrellas rojas




Querido(a) Tú:


Ha hecho mucho calor este verano. Tal vez no tanto como aquellos veranos que compartimos juntos y nos admirábamos ambos del calor sofocante, de la humedad que nos hacía aflorar la transpiración, del canto constante y ensordecedor de las chicharras por las noches, del modo en que el aire se paralizaba y solíamos hacer chistes sobre vivir en el infierno. Me mirabas y sonreías. Me gustaba aquello. Esos gestos silenciosos son tal vez los que más quedan grabados a fuego en la memoria. También recuerdo las estrellas y el modo peculiar que teníamos de observarlas, ¿lo recuerdas?: ambos nos recostábamos sobre el césped del patio, abríamos nuestras piernas y nuestros brazos, tal como si dibujáramos aquel símbolo famoso de Da Vinci, y nos concentrábamos en encontrar estrellas.

Si reconocíamos algún conjunto en particular lo debíamos señalar, nombrarlo sin equivocación, y así, sumábamos puntos. A simple vista parece un juego tan inocente, tan tonto, sin embargo, ahí radicaba su poderío, lo que nos transmitía a ambos. Y reíamos, y nos olvidábamos de todo lo malo que nos podía aquejar. Estábamos en otros mundos, otras galaxias, otras estrellas. Pero éste verano ha sido distinto a aquellos. Ha venido con una sobrecarga de sensaciones que me termina agobiando. Debo confesarte algo: cada día que avanza mi vida me siento más vulnerable del corazón. La gente lastima, creo que lo sabes. Y lastima sin sentido, sin siquiera analizar las remotas posibilidades del dolor ¿A quién le interesa el dolor ajeno? A unos pocos. A ti, a mí, a un puñado más, pero ahí nomás la cuenta termina. Y este verano me duele el corazón. Sí, así, tal como te lo estoy diciendo, me duele el corazón. Estarás pensando que el corazón no duele, que es un modo cursi y rebuscado de decir que algo me aqueja sentimentalmente, y sí, seguramente tienes razón, pero no encuentro otra forma de describirlo y transmitirlo. Creo que así lo entiendes a la perfección. No hacen falta más palabras, creo que ya sabes a qué me refiero.

Como te decía, la gente lastima. Y lo hace de ambos modos: dándose cuenta, y sin percatarse de ello. De un modo u otro el corte, la perforación, el daño, está hecho, se siente, hace sangrar el interior y recarga nuestra espalda de un peso a mantener y remontar diariamente. Tal vez por eso me gustaban tanto las noches de verano en tú compañía. En esos momentos no había dolor, no había heridas, nadie salía lastimado. ¿Qué hay que hacer para que la vida no lastime?, ¿lo sabes? No, supongo que tú tampoco. Creo que nadie lo sabe. Algunos pueden deducirlo, o jactarse de haberlo aprendido mientras la transitaban, pero a ciencia cierta son solo filibusteros que se llenan la boca de consejos y señales que en algún punto son imposibles de sostener, y terminan desvaneciéndose, sin fundamento, ante la imprevista sacudida que la misma vida ejecuta en alguna persona.

Te preguntarás quién me ha dañado así, quien ha lacerado mi ser para que ésta carta parezca desteñir y quitar brillo a aquellas noches de verano. Pues seguramente es alguien en quien yo había depositado toda mi fe, todos mis anhelos, todos mis proyectos, parte de esperanzas de mi vida. Y ahí radica el principal error, en las palabras “había depositado” y en lo que implica el peso de su significado. No importa, el cielo siempre estará cargado de estrellas por mirar, de constelaciones por descubrir, de soledades ambiguas divagando en el polvo cósmico, y será entonces, en alguna de las venideras noches veraniegas que pueda respirar sin angustia, sin dolor, tan solo llenándome los ojos del titilar constante de las estrellas. Ahí estarás tú, a mi lado, sonriéndome, y yo te sonreiré, y me olvidaré por completo, como suele aconsejar el mismo tiempo, de aquellos que me han hecho, y aun hacen daño.



Yo.

2 comentarios:

  1. Pufff!!! Este post me llego, hasta en el estomago senti una fuerte punzada jajaja.
    "¿Qué hay que hacer para que la vida no lastime?"
    Haces la pregunta, y divago... a veces teniendolo todo los pequeños detalles se hacen gigantes que habitan tu mente. Y "depositas" en los otros la banderilla de Felicidad y lo que esperas choca irremediablemente con la realidad.
    O será? Que tambien me siento hoy tarde de lluvia me siento vulnerable.
    Besoo grande Migue

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  2. La gente nos lastima y nosotros lastimamos tambien.
    Como decia un famoso psicologo, weakland, la gente la mayoria de las veces mas que mala es bruta.

    A veces lastimamos, otras veces nos lastiman. La vida es corta pero lo suficientemente larga para estar en una situacion o en la otra.

    Muchas veces ni nos damos cuenta hasta que pasa la tormenta y nos miramos al espejo. Cuanto nos afecto o cuanto hemos afectado a otros. Es parte del aprendisaje. Como decia un amigo mio, todo esta bien si haces las cosas desde el lado de la bondad. A veces aun asi, con buenas intenciones, no nos queda otro camino.

    Saludos,

    Petra

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