miércoles, 28 de diciembre de 2011

#5: ¿Por qué te gusta la noche?


Querido(a) tú:


Esta noche tengo ganas de responder a tú pregunta...: ¿por qué te gusta la noche?

Y es tal vez algo más simple de lo que te imaginas. Disfruto más de la noche que de la luz del día, y no es que odie los rayos de sol, no, solo que en la noche mi cuerpo armoniza y siente mucha paz. También me gusta oír los susurros de los que lloran en los callejones y poder acompañarlos cuando puedo, ver por las ventanas a las madres callar a sus hijos hambrientos y dormirlos, llegando así a cierta paz entre la densa oscuridad, o ver a los viejos vagabundos aferrarse a sus refugios y prepararse para iniciar el camino del sueño.

Cuando las noches son frías, el descenso de la temperatura me une aún más conmigo mismo. Busco posición fetal, cierro los ojos, y me auto completo, me siento un punto en el universo.

Las noche me gustan, sí. Me hacen sentir vivo. Hacen que mi consciencia me abandone por unas horas y caiga en esos mundos imaginarios y soñados, que pueda vivir vidas que no son mías, que pueden sentir cosas que tal vez jamás sentiría aquí, en la Tierra de los vivos.


Yo.

martes, 27 de diciembre de 2011

#4: Libres y distintos


Querido(a) tú:


Recuerdo un día que estábamos vos y yo sentados frente al lago. No hablábamos, tan solo mirábamos el agua, los árboles, la gente caminando en los alrededores ¿Lo recordás?, tal vez sí. Fue ese mismo día que después de aquel silencio te dije que ya no creía en que la gente podía cambiar, que algunos podían hacer el intento, pero que a la larga la esencia de su espíritu los volvería a esa realidad que de algún modo los aprisiona. Aún siento cómo tus ojos me miraron y me hostigaban a cambiar de idea, de pensamientos. Pero sabes como soy: o puedo ser muy abierto y flexible o el más cerrado de todos. En aquel momento fui el más cerrado de todos, y creo que aún lo soy con respecto a ese tema.

La gente no cambia. No puede cambiar. Lo intenta. Mejora sus versiones; pero en definitiva no cambia. Es como agarrar un pedazo de madera e intentar pulirla y darle cierta forma. Poco a poco la madera tomará la forma y se irá pareciendo a otro objeto, ¡pero jamás dejará de ser madera!. La gente es igual, al menos en mi mundo, con mis ojos, se lo ve así. Sin embargo algunos pueden pulir su personalidad y parecer distintos, incluso arriesgando a usar la palabra «cambiados».

Hoy me he acordado del día en el lago y de tú mirada, y creo que es porque el modo en que me mirabas -como intentando cambiar mis ideas- me hacía pensar que estabas tan seguro(a) de conocerme que te jugabas la vida que cambiaría de idea. Pero ¡no!, si lo recuerdas, tan solo volví a mirar hacia el lago, hacia los pinos del fondo, sin tocar el tema.

Te podría decir que tampoco yo termino de conocerme nunca. Hay días que me sorprendo de mí mismo, de las miserias que me afloran, o de las figuras de florete que mi lengua dibuja para aplicar en situaciones de diálogo con otras personas. Soy como una «Caja de Pandora» en constante cambio, como un viajero en universos paralelos, como una célula en pleno acto reproductivo. Pienso que quisiste atraparme, saberte seguro(a) de que con tú mirada mi pensamiento se amoldaría, pero no, no fue así, ni mi pensamiento ni yo somos esclavos, todo lo contrario, siempre somos libres y distintos.


Yo.

jueves, 22 de diciembre de 2011

#3: Cielos nocturnos

Querido(a) Tú:


Hace un tiempo he llegado a la conclusión que sientes donde te sientes el universo es maravilloso. Solo mirando al cielo desde cualquier punto donde te encuentres podes ver lo hermoso que es. Principalmente en las noches, y más si es en medio de un campo, una montaña o en la llanura de la pampa. La luna juega también un rol preponderante. Suele ser cómplice. Así, como yo lo estoy siendo ahora con vos. Como te dije cartas atrás, no es fácil contar lo que uno siente o piensa. Es parte de los tabúes que conforman a las personas. Es uno de los tesoros que más se resguardan detrás de las altas murallas de nuestro interior. Sin embargo, siempre hay una primera vez para todo. Aunque claro, algunas personas pueden llegar a conocer la muerte sin siquiera haberse permitido mostrar su interior, esbozar sus pensamientos, contar sus locuras, mostrar sus bajezas, o exponer sus miserias.

Bajo el cielo diurno o nocturno todos somos iguales. Nos movemos como hormigas, nos entremezclamos como insectos en medio de una colonia. Pero pocas veces levantamos la mirada y observamos el cielo y todo lo que acontece allí arriba. Quiero contarte que a veces cuando me he encontrado solo en lugares solitarios he levantado la vista y observado el cielo. Mil cosas se me han cruzado por la mente. Inclusive diálogos escuetos conmigo mismo (seguro estarás sonriéndote al leer esto). Me siento tan vulnerable e indefenso, tan pequeño ante tanta vastedad. Y me quedo así, sosteniendo la mirada y observándolo todo, maravillándome por cada cosa que mis ojos descubren en el cielo o cada sonido que el viento me trae hasta mis oídos.

Me gustaría que algún día la noche nos encuentre así, juntos, en la oscuridad casi total, bajo un cielo estrellado, con el ulular del viento y por qué no un río o un arroyo cruzándose delante nuestro. Creo que disfrutaríamos mucho de ese momento. Nos sentiríamos tan humanos que no quisiéramos morir jamás. Créeme, a veces parte del temor a morir es gozar de mucha felicidad.


Yo.

#2: Insomnio


Querido(a) tú:



En las noches de calor que este verano se trae bajo el brazo dormir se torna un tanto fastidioso, me exaspera y me llena de pensamientos la cabeza. Por más que mis ojos permanezcan cerrados y exista oscuridad reinante en la habitación mi cabeza, como muchas veces suele hacerlo, sigue trabajando y trabajando, como un minero concentrado en su tarea dura, monótona y pesada.

Los pensamientos parecen por momentos dominarme, llegando hasta el punto de ser un preso incómodo al cual lo obligan a ver lo que no quiere ver. Pero no siempre es tan así. Hay noches que los mismos pensamientos tocan puntos que no desean y me incitan a escribir. Sí, a escribir. Y son ellos los que despiertan las famosas musas, los que le dan vida a los personajes, los que inician la trama o escena de una determinada historia; y cuando eso sucede quedan presos, asfixiados, sorprendidamente jodidos.

He pensado también al cerrar los ojos cuántas personas sufrirán de este tipo de insomnio en los edificios de los alrededores. Cuántas historias más similares a la mía habrá. O tal vez sea a mí solo a quién le pasa. Después de todo imaginar que somos una isla en la vasta soledad del mar no es algo malo. Hacerlo de vez en cuando nos permite sentirnos únicos de una manera distinta. Creo que nunca te conté que a veces me siento así, único. Pero bueno, eso será tema de otra carta... sí, para otra carta...


Yo.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

#1: El por qué

Querido(a) tú...


Hace muchos años he pensado en escribirte, sin embargo nunca lo hice, nunca me atreví.
Ya me conoces, es difícil a veces expresar lo que uno siente en sus entrañas.
Pero ya lo decidí, sí, y dejaré mis cartas aquí, para que las leas cuando puedas y cuando quieras. No hay apuro, tan solo quiero que las leas, así de simple.

Yo.