martes, 24 de julio de 2012

#15: "El suave oleaje del recuerdo"





Querida tú:



Hay días, como el de hoy, que despierto pensando en los distintos caminos que he tomado a lo largo de mi vida. No puedo decir cuál ha sido correcto y cuál no, pues debería haberlos tomado a todos  para poder sentenciar ese veredicto. Supongo que puedo decirte que he tomado los que en el preciso instante que se mostraron ante mí decidí eran correctos, ¿pero serían realmente los correctos?...

No lo sé.

Es que hay días que mi subconsciente juega con mi consciencia, los escucho correr por los pasillos de la memoria, por los toboganes de mi corazón, reír a mis espaldas, cuchichear cerca de mis sienes, y sé que traman cosas, o bien confabulan, como tripulantes de un viejo barco ansiosos por una revuelta, por tomar por completo el barco. Son estos días, tal como te he contado, que miro mi vida hacia atrás, observo los pasos, las decisiones, los aciertos, los errores, las trampas, y me digo a mí mismo que lo voy logrando, que no ha sido tan difícil, pero que tampoco fue fácil.

Y hoy me encuentro aquí, en esta cama, analizando mi vida, pensando que acabo de despertar y no estás a mi lado, que la cama es gigantesca, que el silencio es atroz, que hay momentos en la vida de un hombre que preferiría no vivirlos, tan solo saltearlos, evaporarse y materializarse en otro sitio con tal de no soportar el dolor que se siente cuando la soledad te estruja el corazón, cuando los colores ocres de la vida tiñen los pensamientos y muestran a la perfección lo que podría ser y no fue.

Aún conservo el viejo cuadro que pintaste. Está ahí, justo sobre la vieja cómoda, con sus colores intactos y esa escena, tan humana, tan sentida, reviviéndose día a día ante los ojos que han llegado a verla. Ayer ha venido la vecina del octavo piso, me ha traído un par de camisas y pantalones, aludiendo que pertenecían al difunto de su marido y que yo, como soy casi de su talla, podría usarlos, y ella al verme con esa ropa se sentiría feliz y a la vez lo recordaría más vívidamente. He aceptado el obsequio por cortesía, pero no creas que un escalofrío no me ha corrido por la médula. Observo esa ropa doblada cuidadosamente sobre la silla y pienso en el hombre que las usaba, en las decisiones que supo tomar en vida, en cuánto de su impronta iluminó a este mundo. En algún punto todos teñimos con nuestro color interno éste mundo. Dejamos en él rastros inconfundibles de nuestro paso, de nuestra toma de decisiones, de nuestros actos. Tú lo has hecho con este cuadro que observo cada mañana al despertar. Hay mucho de ti en él. Desde la suavidad del oleaje hasta la rompiente de piedras, atravesando el caserío lejano, y el sol pálido ¡Realmente estabas inspirada cuando lo pintaste! Parece mentira que ya han pasado tantos años. Si lo vieras… seguramente una lágrima te afloraría. Los recuerdos tienen mucho poder, tanto que a veces usan más filo que un cuchillo para cortarte en dos.


Me pregunto si aún pintas, si habrá nuevos cuadros colgados en otras paredes, si alguien más se despertará al igual que yo observando una de tus pinturas. Siempre creemos que somos únicos y que solo nosotros podemos vivirlo de ese modo, ¡pero nada más equivocado, querida mía! Solo somos ese pequeño grano de arena, en una playa solitaria dentro de un vasto mar, en un universo infinito. Seguramente habrá otra pintura, otros ojos, y otro corazón que la observe. Y es que eso pertenece a uno de esos caminos con los cuales hoy me desperté analizando, caminos que uno decide recorrer y a veces en vez de acercar te alejan de la gente que amas. Heme aquí, en esta vieja cama, con el corazón arrugado de melancolía, con el recuerdo de tus manos pintando sobre el lienzo, de la postura de tú cuerpo frente al bastidor, de tú silencio de artista magnánimo. Quisiera cerrar los ojos y verte en esta misma habitación pintando, esbozando con colores ese mundo que tus ojos miran y que tú espíritu representa sobre la tela, pero no me es posible, pues ambos elegimos caminos distintos y no sé si algún día volverán a fusionarse…

Aunque tal vez..



Yo.


(Imagen: Sicca )

4 comentarios:

  1. Es mejor no preguntarse demasiado. Yo he tomado tantas decisiones drasticas en mi vida, que si vuelvo atras y empiezo a preguntarme si lo que hice es lo correcto, seria una tortura.

    como dicen por ahi, uno hizo lo mejor que pudo en el momento que lo decidio, con lo que tenia en la mano.

    Es facil revisar el archivo anios despues y saber o sospechar si estuvo bien o mal...porque tenes muchas mas informacion, porque sabes mas de lo que paso en el futuro o sabes mas de vos mismo...pero el juego es distinto en el momento que vos sos el protagonista en ese momento en particular.

    Yo ya no me pregunto nada. Yo sigo con las herramientas que tengo en la mano y si es posible aprendo de mi pasado. Lo otro es una tortura interminable que no la podes cambiar lo hecho hecho esta.

    Te saludo

    Petra

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Coincido en muchos puntos que planteás en tú comentario.

      Sí.

      Saludos.

      Eliminar
  2. ¨Solo somos ese pequeño grano de arena, en una playa solitaria dentro de un vasto mar, en un universo infinito.



    Precioso y deliciosamente borgeano, aunque le pese.


    ;)

    ResponderEliminar

Tal vez después de leer la carta quieras decirme algo...